Esta semana llegué a la conclusión (como muchas otras veces
he llegado, porque admito que todo el tiempo se me olvida y necesito constantes
recordatorios) de que cuando uno hace algo que le gusta o le hace feliz porque
quiere – y puede – de alguna u otra forma sale bien aunque ante la percepción
de otros tal vez no lo parezca.
El primer ejemplo de esto tendría que ser la entrevista que
leí con Imogen Heap acerca de los guantes que ha diseñado y ayudado a programar
para poder mezclar y hacer música (como la maravillosa música que ella sigue
haciendo) únicamente con las manos. Ya sabía yo que Imogen era imaginativa
porque alguna vez la vi explicando que soñaba con inventar burbujas en donde
cupieran una o dos personas y pudieran flotar por el mundo, tal vez eso sonaba
muy bizarro como me imagino que sonó cuando se propuso trabajar en estos
guantes y sin embargo, esto ya es una realidad ¿se imaginan las posibilidades?
Se imaginan si hicieran aplicaciones para el teléfono en las que al momento de
activarse se pueda interactuar directamente con quien está en el escenario para
generar mezclas únicas e irrepetibles dependiendo de los asistentes al lugar?
¿qué tal un festival en el que todos tuviéramos estos guantes y pudiéramos
componer música que no se puede repetir? Posibilidades infinitas y no me cabe
duda de que esta propuesta y las ideas de esta talentosa mujer seguirán
revolucionando el mundo de la música.
Y hablando de revoluciones, también esta semana escuchamos
el nuevo disco de Calle 13 y si bien me parece admirable la labor social que
hace este hombre, me parece que ha perdido un toque cachondón o picarón en sus
canciones ¿a alguien más le parece que su nuevo disco le va muy bien de fondo a
un desfile militar o marcha popular? No digo que este mal, me parece que va de
acuerdo con sus prioridades e intereses de vida, simplemente pido que no se
olvide de que el pueblo empezó a escucharlo por su tono sencillo que por sus
lecciones moralistas, a todos nos gusta que nos den clases de política después
de pedirnos que nos subamos la falda hasta la espalda. Como sea, hay quienes
dicen que si se apega más a esto de la onda social y revolucionaria es porque
eso vende más (y creo que si ha vendido).
Para vender, no basta con ser revolucionario, también se
vale hacer desfiguros y de eso nadie sabe más que Miley. Esta semana me
compartieron el popular video en el que “en broma” (dicen) se agarra a golpes
con la señora (porque ya es una señora) Avril Lavigne para disputarse quien es
más popular en Canadá. La realidad es que Avril ya va a unos gustos muy
particulares que nada tienen que ver con la generación de Miley y la Cyrus solo
es popular en Canadá porque cada vez más se parece a Justin Bieber ¿no les
parece? Ya nada más la falta besarse con Selena Gómez (*prende una veladora*).
Como sea, a ambas se les respeta el esfuerzo y que bonito que se lleven bien.
Al final del día estos tres son ejemplos de gente que está haciendo lo que siempre soñó hacer y de alguna u otra manera aunque al resto del mundo les parezcan muy extraños, seguir su instinto y s pasión les funciona. Creo que si algo hemos de aprender de esto es que tal vez, si sigo explorando mis dudas existenciales sobre la cultura pop, la música y la vida, eventualmente todo saldrá bien… así me lo ha enseñado la farándula y ya sabemos que ellos siempre dicen la verdad. Right?
Lado B: Me gusta Hamilton Leithauser porque me habla por mi nombre. Simple y sencillo, me recuerda a algo pero todavía no defino a qué, cuando lo recuerde, regreso y les platico.
Cover: Si no conocían a Little Tybee, se habían estado perdiendo de algo muy especial, acaban de sacar recientemente un cover de Paul Simon que la verdad vale mucho la pena y me alegra saber que estos muchachos siguen haciendo música.
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