Me habían preguntado ¿cuáles son los conciertos que espero
se hagan realidad este 2014? Si bien ya había hablado de algunas de mis
predicciones que eran más como peticiones, mis gustos y tolerancia para la música
son tan extraños que en realidad espero que pase de todo: que venga Miley, que
venga Warpaint (que no traigan a las Haim para que nadie pierda su dinero), que
venga London Grammar… que traigan a Beck… ¿Para qué sufrir con especulaciones
si sabemos que de todos modos los boletos de LOQUESEAQUETRAIGAN se van a agotar
porque nos gusta el hype?
De lo que les quiero
hablar hoy es de un tema que llamó mi atención esta semana y que tiene que ver
con cómo se venden y compran boletos para conciertos: El Bruno Mars Act.
Esta iniciativa nace de la necesidad de los isleños de tener
más control sobre las entradas que se venden, la propuesta limita la venta de
tickets durante las primeras 48 horas, únicamente a las taquillas del recinto
donde tendrá lugar el espectáculo. ¿Que por qué se llama Bruno Mars Act? Mi
teoría es que Donna Mercado Kim, la senadora que propone esta ley, quiso
comprar entradas para el show del chaparrito, sus asistentes no lo consiguieron
y ella tampoco entonces, se dio a la tarea de rastrear a los malditos (no se
hagan, todos hemos llamado así a esos que se acaban los boletos de nuestros
sueños en las preventas Banamex) que le habían ganado los suyos para cuando por
fin pudo ir en la búsqueda. ¿Qué descubrió? pues que los malditos esos, habían
comprado los boletos cómodamente desde otros pueblos de los Estados Unidos y
desde Canadá…
¡Desgraciados! (fue lo que pensó), se dio cuenta de que los
buenos boletos se iban a manos de los revendedores que operaban desde otro lado
y el 6% de ellos, se vendían en taquilla a gente que de manera legítima quería
ir a ver cantar a Bruno Mars. ¿Suena esto tantito familiar?
Sí, admitamos que en México muchos de los accesos buenos
caen en manos de revendedores que 1) tienen tarjetas Banamex y 2) viven
prácticamente en las taquillas (sin meternos en las mafias que manejan los
vendedores de boletos en donde hay boletos que NUNCA se vendieron o regalaron
en promoción), pero esta propuesta me puso a pensar en las veces en que mis
amigos y yo compramos tickets y nos cancelaron un evento o los queríamos y no conseguimos para luego ver
como se revendían en redes sociales.
¿Qué se puede hacer al respecto? no lo se, pero el primer
paso de limitar la venta a taquillas durante 48 horas no me parece
descabellado, piensen en todos los ninis que podrían cobrar por el servicio de
mensajería de irse a formar a taquillas en nombre de todos los Godinez
pudientes que tienen que cumplir con un horario laboral y no se pueden ir a
formar. Ciertamente estoy dispuesta a pagarle 10% a un nini que se forme por mi
en taquillas a pagarle la misma cantidad a Ticketmaster o a Superboletos por el
servicio. Al menos sabemos que si el evento se cancela, el dinero extra
invertido se usó para activar la economía con el mezcal que se compró el nini mensajero
y que, por el módico precio de otro mezcal, el mismo mensajero podrá ir a
cobrar el reembolso.
Otra cosa que pueden hacer es vender membresías, digamos que
me gustan mucho los conciertos en la Arena Ciudad de México, me compro la
membresía (en otra modalidad, todavía no le veo el beneficio real al OCESA fan
ni al ZIGNIA fan o como se llame) y por default, cada que anuncian un
espectáculo, yo tengo derecho a dos boletos en las mejores zonas que puedo
decidir comprar o no, antes de que la venta sea pública con cargo a mi tarjeta
o vaquita de ahorro de conciertos (#ideamillonaria) ¿cuál es la diferencia
entre eso y las preventas Banamex? pues eso, que no tengo que meterme con
Banamex y que por default tengo boletos para lo que mi corazón quiera.
En el mejor de los casos, un boleto al año es prestación
soberana (o lo incorporan a programas de la SEP) y todos los mexicanos podremos
ir al menos una vez a un concierto masivo sin tener que formarnos por horas
para entrar al zócalo. Mientras sigo soñando seguiré pensando en opciones
viables de controlar la ilegalidad de la reventa y a los malditos abusivos que
compran boletos para revenderlos junto con un perfume pirata de One Direction o
Justin Bieber por el doble o triple de precio.
Cover: Los que hace Alice Jemima de Nightcall y No Diggity.
Lado B: Wet, de NYC. Bonito para estos cambios de clima que
anuncian que la primavera – y las lluvias – se acercan.
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